Más de dos horas de nostalgia ochentera con clasicazos del mejor synthpop que escuchabas mientras te devanabas los sesos con el Cococrash, tu madre te preparaba el bocadillo de Nocilla y el perro volvía a intoxicarse con el Blandi Blub. Todo un lujo de lista fiel a una época, donde la esencia electrónica quedó definitivamente diluida en la corriente pop.